Hay senos que tienen cicatrices, marcas, historias de superación, señales de fe y amor por la vida .
Octubre rosa, el décimo mes del año en el que todo mundo habla sobre el cáncer de mama. Un movimiento internacional durante todo este mes que busca crear conciencia sobre su prevención y el diagnóstico precoz. Sin embargo, este tumor maligno está presente en todos los meses del año y a todas horas, porque no descansa, vive entre nosotras sin hacer distinción alguna. Se aprovecha del miedo y la ignorancia en quienes tienen la absurda creencia: “a mí nunca me va a pasar”, para tocar su puerta y hacer de las suyas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 30 segundos en algún lugar del mundo se diagnostica un caso de cáncer de mama, y en México representa la primera causa de muerte en mujeres entre 20 y 59 años de edad. Datos que alarman y pone en acción la suma de esfuerzos de todos los sectores para hacerle eco y enfrentar tan devastadora enfermedad a través de campañas de concientización que invitan a reflexionar sobre tocarnos los senos y autoexplorarnos. Pero hay algo más allá de eso, porque si bien los expertos recomiendan aprender a hacernos el autoexamen de mamas, creo que debemos profundizar en el tema. Es decir, debemos también aprender a “tocarnos el corazón” y sanar el interior, a vivir en paz, a dejar la ansiedad y los malos hábitos, aprender a valorarnos, a conocer y amar nuestro cuerpo como el templo en el que habitamos, a soltar lo tóxico y a ser feliz con lo que tenemos. Aprender a caminar en fe y siempre de la mano de Dios. Porque no hay duda de que todo esto previene y sana un corazón al que el cáncer no podrá vencer.
Seas mujer o seas hombre, ¡TÓCATE!, porque el cáncer de mama afecta a todos y si sientes algo extraño, visita a un médico, no tengas miedo. Sé valiente por ti y por los que te aman.
Mujeres, estamos juntas en esta batalla. Les envío un fuerte abrazo a todas las guerreras que están peleando contra esta enfermedad, ¡ustedes pueden, tienen garra!
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